martes, 8 de mayo de 2007

RECORRIENDO A VENEZUELA



Por: Gabriela Beatriz Alfonzo Castillo

¿Sabes Enriqueto? desde muy pequeña he querido conocer todos los rincones de Venezuela, quisiera recorrerla, aprender de sus tradiciones y admirar su naturaleza.

Yo mañana partiré, cuando el alba al iluminar mi habitación se refleje en mis dos ventanitas castañas y sus cortinas negritas; que me harán parpadear y yo me voy a levantar.

Al día siguiente Doña Josefina se colocó su vestido amarillo con sus alpargatas y se fue en el lomo de su burro “Valeroso” su pelaje era café, era un burro muy simpático y además inteligente.

Los dos juntos recorrieron los veintidos estados hasta pasaron por algunas de sus capitales.
Cuando llegaron a su casa le contaron a Enriqueto toda su historia y empezaron hablándole del Zulia, cuando atravesaban la majestuosidad del puente sobre el lago de Maracaibo, luego de Táchira, y de Apure le dijeron que vieron un río con unas canoas en el agua azul como el cielo.

Enriqueto, los dos nos fuimos guiados por aquel camino apureño cuando vimos un mundo verde, nuestra mirada se quedó inmóvil al ver carteles, animales, y una cascada inmensa que dividía la selva del estado Amazonas, observamos indígenas vestidos con un guayuco y en su mano llevaban una lanza con una filosa punta, seguimos nuestro rumbo y nos encontramos con el asombroso RIO ORINOCO situado en el estado Bolívar, nos montamos en una chalana y navegamos sobre todo el Río Orinoco, atravesamos Delta Amacuro, y vimos como el perro de agua gigante se divertía en esas aguas poco cristalinas, seguimos en nuestra chalana hasta Monagas, mientras estábamos sobre la cuenca baja del Orinoco observé entre las ramas escondido pero silbando el pato silbador junto al cardenalito, quienes nos acompañaron junto a su alegre música hasta Sucre. En Sucre me monté en el lomo de Valeroso, mientras paseábamos nos fuimos para el parque nacional Mochima y nos montamos en un peñero y vimos los delfines bailar. Cuando salimos del parque Mochima nos fuimos para Anzoátegui. En Anzoátegui no pudimos ver mucho, solo pasamos por el Paseo Colón ya que Valeroso quería llegar rápido a Miranda para conocer el Parque Nacional el Ávila. Cuando llegamos nos montamos en el teleférico y vimos la libertad y alegría de los animales que muchos de ellos en otros países están en extinción, vimos las verdes montañas que adornan el estado Miranda, del otro lado de la montaña vimos el mar (estado Vargas), una vez que Valeroso había conocido el estado Miranda nos fuimos para el Distrito Federal, que está pegadito, tanto, tanto, que no sabes donde te encuentras. Todos caminábamos apretados en la Gran Caracas, pues está inundada de gente, el clima ya no es tan fresco como antes, el sol se mostraba concentrado al enviar rayos encendidos de calor a la capital de VENEZUELA. Caramba ¡ya está anocheciendo!, exclamé. Nos montamos en un taxi-libre y nos fuimos para Aragua. Al llegar nos acostamos en el montañoso suelo irregular y nos quedamos profundamente dormidos…Al despertarnos nos encontrábamos en la selva nublada del Parque Nacional Henri Pittier, ese lugar era oscuro nos asustábamos al escuchar los sonidos de los animales. Valeroso y yo estábamos algo nerviosos en esa selva nublada. Caminando vimos el Paují copete de piedra y el águila solitaria, cuando ya estábamos abandonando la selva nublada del parque Henri Pittier había una pequeña cascada donde vimos la rata de agua y a un lado una lapa, bueno nos fuimos de Aragua algo asustados para Carabobo,,,al llegar nos fuimos para el lago de Valencia. Valeroso y yo admiramos su belleza, sus azules aguas, su pasto verde alrededor y esas garzas que la adornan, ¡en fin Enriqueto!, nos quedamos muy impresionados al ver como la gente esta cuidando ese lago. Cuando llegamos a Yaracuy nos conmovimos con el majestuoso paisaje, conocimos el ave nacional, el TURPIAL posado sobre el ARAGUANEY, luego de dejar de contemplar el esplendido paisaje de Yaracuy partimos hacia la Vela de Coro..., cuando nos encontrábamos en Falcón nos fuimos para Punto Fijo, en el trayecto nos detuvimos en los medanos de Coro y vimos un desierto tan bello, con una arena dorada, yo por curiosidad agarré la arena, la arena era tan fina, que se me escapaba de los dedos, Valeroso se revolcó y corrió hasta cansarse, en un momento las grandes nubes empezaron a llorar y caían unas grandes gotas que nos tuvimos que montar en una camionetita que iba pasando, le dijimos al conductor que nos llevara para el estado Lara. Cuando entramos a Lara nos dio la bienvenida los enormes instrumentos musicales, allí estaba el enorme cuatro que es uno de los instrumentos que me encanta oír, pero las grandes nubes todavía seguían llorando y vimos a través de las ventanas casas de vivos colores, niños mojándose en la lluvia, árboles balanceándose de derecha e izquierda, no nos pudimos bajar por que nos íbamos a mojar, y en la redoma de la Divina Pastora seguimos vía San Carlos…. cuando dejó de llover pedí la parada, pero el conductor no me escuchó y dije más fuerte ¡la parada! y la camioneta se detuvo, al bajarme en un lugar muy abierto había olas de gente que entraban y salían, nosotros entramos por curiosidad, nos montamos en la talanquera y observamos la tradición del estado Cojedes los toros coleados, ¡Enriqueto!, vimos como los hombres y caballos tumbaban al salvaje toro, nos retiramos de la manga de coleo, a Valeroso y a mi nos gustó mucho la tradición de Cojedes que no habíamos visto …Seguimos hacia las llanuras del estado Portuguesa ,Valeroso me llevó hasta una población llamada Biscucuy que queda a unos 45 minutos de su capital (Guanare), al llegar fuimos para la placita muy nombrada en Biscucuy como es la plaza Bolívar, que en el centro tiene una estatua de Simón Bolívar, hay nos entretuvimos mucho, corríamos en las verdes y coloridas gramas que adornaban su encanto. Subimos con gran entusiasmo por una montaña donde poco a poco leíamos los letreros que anunciaban las cruces eso me recordó mucho el vía crucis que siempre me cuentan en Semana Santa y que nos trasmite una tranquilidad en el alma, el final del camino nos llevó a un caserío que tiene por nombre Guayabital, en Guayabital hacia frío y había cosechas de café por montones, al bajar nuevamente decidimos irnos al estado Barinas,,, cuando llegamos yo exclamé ¡mira Valeroso¡ esa es Barinas con su siembra de arroz y sus caminos de arena, allá hay un arreo de ganado, toros y vacas como siempre enamorados.

Vamos a seguir nuestro rumbo por las rusticas vías de Barinas y llegaremos al estado Mérida

¡OH¡ que linda es Mérida ¿ Doña Josefina ese no es el pico Bolívar? claro que sí, esa bella montaña vestida de nieve blanca, ese es el pico Bolívar, ¡vamos a subir de nuevo al teleférico!, exclamó Valeroso. Cuando íbamos en la segunda estación a Valeroso le dio el mal de páramo y corrí rápidamente a buscarle un calentadito ya que a Valeroso se le había bajado la tensión y lo tuvieron que bajar del teleférico…,

Enriqueto…Cuando ya habíamos recorrido los veintidós estados nos vinimos para acá. Regresemos a nuestra casa, el estado Trujillo… ¿que te puedo contar de nuestro estado?, sus montañas, su atractivo paisaje, sus tradiciones, su fauna y resaltando muy en alto la bendición de la Virgen de la Paz, que nos hace felices a nosotros… todos los Trujillanos.

Viste Enriqueto yo siempre quise recorrer a Venezuela y ya la recorrí, mi ilusión de conocer a Venezuela ya se hizo realidad.





1 comentario:

Jose Orlando Alfonzo dijo...

Hola Profe, espero que este bien, disculpe que no le alla enviado cuentos ni poesias lo que pasa es que estoy full con las tareas del liceo cuando pueda le envio unos de mis cuento.
saludos....
Gabriela Alfonzo