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lunes, 20 de noviembre de 2017

El Bien de ser niño por Danilo Sánchez Lihón

20 DE NOVIEMBRE

DÍA
MUNDIAL
DEL NIÑO


EL BIEN DE SER NIÑO

Danilo Sánchez Lihón 
Escritor de Perú


1. Hondos
misterios
No hay edad en el ser humano tan honda, densa y dramática, llena de abismos e inmersiones en el ser de las cosas y en las incógnitas de la vida.
Ninguna época más cósmica, enfrentada a los enigmas y a los absolutos, confrontada con los arcanos y lo indescifrable.
Como también, es cierto, que no hay edad más imbuida de encanto, de magia e ilusión; como más arropada de transparencia y de candor.
Y esto por la capacidad que tiene el niño de crear mundos nuevos y recuperar universos antiquísimos.
Como animar presencias inertes, vivificar lo yerto, suelto, abandonado o disperso, dándole vida con frecuencia fulgurante.
Pero, de igual forma es el período en donde tras unas figuras inadvertidas el niño se da de bruces con espantos y horrores que estremecen el alma.
En ellos se anuncian y previenen los hondos misterios de que está compuesto el mundo.
2. Ámbito
o morada
Ninguna edad cuestiona tanto al destino inescrutable como la infancia, que es la edad también del mundo y de la vida, siempre nuevos y florecidos.
En donde cabe todo lo esencial y valioso, lo más fuerte y delicado que seamos capaces de soportar e imaginar el ser humano.
Tanto lo más consistente e integral, como lo más volátil, evanescente e inconsútil. En verdad, ¡sorprendente!
De allí que la posibilidad de encontrar algo mayor o supremo en la vida cada vez es menos y se aleja irreparablemente si es que no lo alcanzamos, vivimos y tenemos en la infancia, como es la felicidad.
Dimensión, ámbito o morada que debemos convertirla a la misma en un estado de alma, en un espíritu y en una manera de vivir. En una morada permanente y hasta en un refugio, si se quiere, para llorar a nuestras anchas.
Con las cualidades y características que la definen y la hacen permanentemente fresca, lozana y renovada.
3. Les hizo
una seña
El genio y la creatividad tienen que ver mucho con la infancia, siendo que las más supremas facultades en gran medida se dan en quienes tienen el don de volver la mirada y el ser a ese contenido esencial y raíz de la existencia.
Así, se cuenta que, en la nochebuena de 1933, primer año en que Albert Einstein llegó para realizar sus investigaciones en el Instituto de Estudios Superiores de Princeton, en Nueva Jersey, ocurrió lo siguiente:
Pese a que era día invernal y nevaba insistentemente varios niños salieron a la calle siguiendo la costumbre de cantar villancicos frente a las puertas de las casas, primero como saludo y reconocimiento, pero también como un acto de solidaridad a fin de recaudar fondos.
Lo hicieron frente a la casa del nuevo vecino. Al finalizar tocaron al timbre y le explicaron al morador recién instalado que estaban reuniendo fondos para comprar regalos de Navidad para quienes no podían adquirirlos.
Einstein los escuchó, les entregó su aporte y les hizo una seña de que se detuvieran, que iba a salir junto con ellos.
– Espérenme un momento. –Oyeron que les dijo.
4. Raíz
de lo que es ser
Fue, se puso su abrigo, enrolló su bufanda al cuello, sacó su violín que tenía a la mano, y uniéndose a ellos los acompañó tocando su instrumento y acompañándolos con su vozarrón, a cantar Noche de Paz y Noche de Amor.
Lo hizo enrolado con ellos por las calles y delante de las casas, de la manera más natural, ingenua y candorosa; como si fuera uno de ellos y con la nieve en el abrigo. Y los niños lo trataban como si él fuera un niño más.
Algunos viejos habitantes que conocían ya la gloria mundial que era el nuevo residente se sorprendían y asombraban; y no atinaban a qué pensar de esa actitud, de si tenía que agradecer, quizá imitar, o tal vez echarse a reír o llorar.
Y es que ser niño no es solo conservar y cultivar el asombro como cualidades que hacen de un ser como Einstein un descubridor de absolutos.
Sino que serlo es algo que está mucho más atrás y en la base o cimiento de lo que es ser, como absoluto, niño; cuál es la capacidad de asumir la vida con total y plena identificación.
5. Latido
tras latido
Y porque ser niño no se reduce ni limita a una edad o a unos años en el desarrollo del hombre, ni queda confinado en una etapa de la vida.
La infancia incluso es un mundo por construir de modo sincero y continuo e indesmayable; sin cobardías ni cansancios. Ser niños es un universo por conquistar y una utopía por aproximar de manera fervorosa a nuestras vidas.
Este es el sentido hondo y trascendente de una visión de la infancia para estos tiempos aciagos en que hemos perdido lo mejor que se nos había dado, de manera pródiga y a manos llenas: ser niños.
Y nosotros creyendo que era una capa de nuestra envoltura, y no una esencia de nuestra índole, lo desechamos. Creyendo que era una piel y no un fundamento, lo descartamos para quedarnos con el residuo de nuestra condición humana. Y cada día perdemos más aún, una relación auténtica y natural con todo lo que es vital.
Hacerse niños, como Albert Einstein, es el sentido que se trataría de obtener y conquistar paso tras paso, latido tras latido, verso tras verso, para alcanzar a escribir el poema que lograría en la vida forjar hombres con ideales y sueños, que le den a la realidad el sostén imperecedero que ella debe tener.
6. Hilos
de esa textura
Porque eliminemos definitivamente de nuestras mentes la idea de que la infancia se da de manera llana, espontánea y hasta inconsciente. Y que se vive de modo inevitable. Por lo contrario: la infancia es una larga travesía, una ardua tarea, y un punto de llegada.
Y no se trata a la infancia de mirarla al frente, de sentirse desprendidos de ella, de su gajo, rama o pámpano. Se trata de ser constantemente niños y de tener el alma candorosa y transparente.
Y heroica, dispuestos a dar la batalla por todo lo bueno que hay que defender, restaurar sobre el mundo, como ellos lo son.
Esto se comprueba en quienes luego de haber vivido mucho, llegan a esa edad culminante, y que de modo incierto se lo llama vejez. ¿No se ve en ellos al niño, acaso?
¿En aquellos fatigados por haber depurado todo lo vano y superfluo a fin de quedarse con lo ínsito, ingénito y prístino?
¿No se lo encuentra evidente en aquellos que después de tramontar todo no arriban a otro puerto que no sea la infancia? Proas, jarcias y vientos propicios de esa larga travesía que son hilos de esa textura de la sabiduría que es saber consagrar lo mejor a la vida, y no a la muerte.
7. Hasta
el infinito
Por lo expuesto, postulemos entonces, como un valor supremo, no solo volver a la infancia en lo personal sino en lo comunitario, colectivo y social. Que forjemos sociedades niñas, o niños, como es la naturaleza, el sol que amanece cada día.
O como es la tierra, y como es el agua. Que como sociedad asumamos y adquiramos los valores de la infancia. ¿Cómo cuáles, por ejemplo? Haber, uno: ser generosos
Pero, me corrijo en un concepto que dije: la infancia ni siquiera es un punto de llegada sino una constante e inacabable aspiración; un mundo elevado y una decantación acrisolada del alma y del espíritu.
A la cual nunca se llega, sino que sólo se aspira y se anhela llegar, como es difícil, sino imposible, arribar a la plena inocencia, candor y total adoración.
Jesús lo dejó esto definido en el Evangelio al explicarles a sus apóstoles que “¡Quienes no se hagan como los niños no entrarán al reino de los cielos!”
Con lo cual deja dicho que la infancia es una ascensión, un ideal, una estrella titilando en el horizonte; un mundo que nos costará trabajo edificar porque es inagotable hasta el infinito.
IMÁGENES DE LAS ACTIVIDADES DE SECRETOS DEL TALLER DE OMIRA



















Obras de Danilo Sánchez Lihón las puede solicitar a:
Editorial San Marcos: ventas@editorialsanmarcos.com
Editorial Papel de Viento: papeldevientoeditores@hotmail.com
Editorial Bruño, Perú: ventas@brunoeditorial.com.pe
Ediciones Altazor: edicionesaltazo@yahoo.es

domingo, 20 de abril de 2014

Un secreto...Semana dedicada a la Literatura Infantil y Juvenil, especialista invitado Danilo Sánchez Lihón. Cuarto Secreto.

ALGO

EN QUÉ

CREER



Danilo Sánchez Lihón



Se escribe para niños igual

que para adultos, sólo que hay

que escribir mucho mejor.

Máximo Gorki



1. Construcción

y desconstrucción


Es construcción pero es también desconstrucción de un mundo cultural la creación de textos literarios para niños y jóvenes.

Cuando asumimos la función de creadores de literatura infantil y juvenil quisimos dar cumplimiento en realidad a esos dos procesos que se cumplen en ambos sentidos, y que son:

Construir un mundo nuevo y desconstruir, en el sentido de transformar, subvertir e innovar el mundo viejo hecho de farsa, estafa e impostura. Y de tanta literatura impostada y nefasta.

Porque, en primer lugar, creando textos para niños se construye un mundo cultural propio, nuevo, original.

Configurándolo con mejores atributos y, a veces, totalmente opuesto o inverso al existente, haciendo dicha construcción o desconstrucción de manera plena, gozosa y contundente.

Y, esto último es así, puesto que se orienta directamente a la mente, a la conciencia y al alma de la gente.


2. No

mentir


Pero también se desconstruye, que es como decir se desmonta, se rehace y se devela un mundo mal hecho para erigir otro mejor, como es convertir la literatura de la adultez, que se arroga la representatividad de lo que es la literatura, por otra más natural, directa y ligada a la vida como es o puede ser la literatura infantil.

¿Por qué se escribe tan poca literatura infantil en el mundo de hoy? ¿Incluso en relación a la otra literatura adulta, o como queramos llamarla? Es porque al escribir para niños no se puede mentir ni se puede hacer desde posturas artificiales ni ególatras, ni se puede transar con el solapamiento, el oscurantismo y la vanidad. El niño tiene a flor de piel la vida, la imaginación y ama la felicidad; desde allí a la adulteración y a la infamia hay mucho trecho.

Por eso, no se escribe mucho para los niños y jóvenes porque el arte dirigido a ellos nos desafía, nos prueba, nos exige a ser legítimos y sinceros. Y esto no lo resistimos cuando tenemos el alma culposa, dañada e infesta. Entonces huimos despavoridos de ese lugar, o lo desechamos con actitudes de autosuficiencia, siempre dosificando bien un tufillo de desprecio. Porque generalmente el escritor de sociedades atrofiadas o decadentes se nutren de lo enfermizo, escatológico y morboso.


3. De cara

a Dios


Ahora bien, cuando se habla de la responsabilidad del escritor para con su sociedad, no solo se trata de la responsabilidad de escribir para paliar los males particulares que nos atenazan, el menos grave la soledad.

No es sólo para representar un mundo con honestidad, ni tan sólo para iluminar el camino y conducir a la sociedad hacia mejores estadios o destinos. No se limita dicha responsabilidad del escritor sólo al compromiso que tiene con su presente y su circunstancia ni únicamente se coteja con su verdad personal por muy legítima que ella sea.

Hay una responsabilidad del escritor con el hombre total, el hombre íntegro y cabal. ¿Y por dónde habría que empezar para representarlo plenamente si no es con el niño? Pero, además, si quisiéramos encontrar un arquetipo o ideal de hombre ¿adónde tendríamos que recurrir si no es al infante? Es el mejor ejemplo de ese hombre total e ideal.

En cambio, ¿no sería hermoso luchar por una sociedad que rescate para todos nosotros los dones de lo que es ser niños? Y, entre todos, en relación al mundo y de cara a Dios, como nos enseñó Jesús, luchar por lo que nos dijo, cual es: que quien no se le pareciese a ellos no entraría en el reino de los cielos.


4. Lo simple

y básico


De allí que cuando nos dirigimos a dichos destinatarios no es que nos agachemos o inclinemos en un acto condescendiente, piadoso o de encomiable generosidad; sino que, al contrario, nos empinamos. Nos elevamos mejorándonos nosotros mismos porque el niño es un ser muy íntegro y sutil, prístino y genial, y representarlo cabalmente puede ser el más grande desafío para un creador literario en el mundo actual.

Es innegable que tenemos en América Latina obras literarias acabadas y profundas, complejas y luminosas, que son dignas de compararse con los mayores portentos de la inteligencia y de la sensibilidad humana de todos los tiempos. Pero no hemos arreglado todavía lo simple, básico y primigenio, hecho que es indispensable acometer para que esas obras no floten en un ambiente enrarecido, y tengan los lectores sagaces que deben tener.

Hacer lo contrario es como si pretendiésemos hablar un lenguaje sofisticado sin haber pronunciado las palabras básicas y vitales que balbucea y, luego, redondea un niño, que quizá sea el vocablo: “mamá” o “papá”, ambas voces tan grandiosas como palabras y como significados que no podremos prescindir de ellas jamás.


5. Gitanos

y hechiceros


Porque son las primeras palabras que pronunció el padre las que pronunciará el hijo, y desde ese momento son palabras claves; son piedras angulares de toda producción cultural.

Palabras que, a fin de encontrarlas nuevamente, es necesario desconstruir el mundo que las ha ocultado hasta el punto de hacerlas desaparecer.

En tal sentido, es imposible prescindir de una básica, nutrida y generalizada literatura infantil, y si no la tenemos es una responsabilidad edificarla en nuestro pueblo.

Por eso, poetas y músicos, narradores y dramaturgos, ilustradores y editores tenemos la obligación moral de concretar obras, primero, para los niños.

Porque no podemos seguir consintiendo el hecho inmoral que ellos canten o reciten, narren o representen, se recreen o se pongan tristes con textos o libros que no son suyos ni nuestros. Es como si comieran el pan de otra mesa que no es el pan de la mesa de la casa de sus padres.


6. Alguien

a quien amar


Un hecho que debemos tener en cuenta desde el inicio es el carácter dialéctico, antagónico y hasta disímil que asume el acto de escribir; a tal punto que a veces nos hará parecer como parcializados, simplistas y, hasta, equivocados; porque son múltiples, variados y frecuentemente opuestos los puntos de partida, como cabe y corresponde a un acto creador por excelencia como es la escritura literaria.

La escritura es espejo adonde debemos ir cada vez que queramos mirarnos recónditamente; cada vez que queramos que algo nazca, se inaugure o se funde; cada vez que queramos, incluso, entrar en el corazón de las demás personas y hasta en el interior de las casas.

Sentémonos a escribir no sólo cuando tengamos una idea, sino cuando queramos y cuando sintamos que ellas nos hacen mucha falta, cuando es importante encontrarlas y tener una noción de algo o de todo; una compañía, algo en quien creer y alguien a quien amar.


7. Lo distinto

y disímil


La escritura obra un prodigio, cual es que ella misma genera universo, que no sólo es un instrumento para canalizar o trasmitir lo que sentimos e imaginamos y que borbotea en nuestro pecho, sino que la misma escritura nos guía, nos conduce y nos eleva a la creación que inunda nuestro corazón.

Ella busca la luz, el aire, el encantamiento. Es una nave o ave de cuyas alas hay que asirnos fuertemente, sin cálculo ni plan ni propósitos previos. A veces, a su libre albedrío, como un espejo que jugase a reflejarnos de mil formas. Jugará a deformar nuestro rostro, a desfigurar nuestros rasgos, poniéndonos una nariz y ojos y boca de otros.

Presentándonos a veces el retrato de personajes que no somos, que son los que conozco a diario y que mis amigos saludan por la calle. Nos enseñará a aceptar que somos algo, o tenemos algo, completamente distinto a lo que la rutina nos ha impuesto, casi desconocido aunque reconozca que estaba allí adentro escondido y habitándonos hace mucho tiempo.

No temerle tampoco a esto. Hace mucha falta en nuestras vidas variar, buscar lo distinto y hasta disímil, porque vivimos atrapados únicamente creyendo que todo lo debemos gobernar con la razón y eso nos hace objetos, cosas y piezas de un sistema que comienza y termina por negarnos a nosotros mismos.



Danilo Sánchez Lihón
Santiago de Chuco - Perú
Escritor, Profesor Universitario
Especialista en Literatura y Comunicaciones
Cuenta con más de una docena de libros para niños, niñas y adolescentes.

viernes, 18 de abril de 2014

Un secreto...Semana dedicada a la Literatura Infantil y Juvenil. Especialista invitado Danilo Sánchez Lihón. Tercer Secreto.

LA LECTURA

SE VIVE, Y NO

SE ENSEÑA

  

Danilo Sánchez Lihón



1. Misión

sacrosanta


La lectura no se enseña sino que se vive y se comparte. ¿Podrá la escuela desprenderse, para este cometido, de su actitud formal y establecer relaciones hondas, afectivas y amicales entre maestros, niños y jóvenes a fin de prosperar en la formación de conductas lectoras auténticas? Porque la lectura nace consecuentemente como un encuentro íntimo, afectivo y personal, a la sombra de un árbol, junto al ventanal de una casa callada. O en la banca solitaria de un parque. El encuentro con ella se parece mucho al enamoramiento y al nacer de una profunda amistad.

Pero no debemos quedarnos allí sino que los maestros debemos ingeniarnos para entrar en los hogares. De alguna manera lo hacemos ahora pero del modo más pésimo, con el endoso que hacemos de las tareas escolares, asignaciones y trabajos mecánicos que los niños copian, o no entienden y detestan. Lo hacemos ahora entrando autoritariamente a apoderarnos con dureza de las mejores horas libres de los niños, con las hasta ahora omnímodas e impunes tareas escolares.

En vez de eso, ¿qué tal si un maestro se impone a sí mismo ubicar el texto que más le haya conmovido y repercutido en su vida y eso mismo busca compartirlo con los niños, imponiéndose como una misión sacrosanta alcanzar con ello a hacerlos vibrar, poniendo todo el énfasis en hacerlo comprender como si en ello se le fuera la vida?


2. Sentido

para la vida


O podemos y debemos hacerlo de otro modo. Con la lectura plena de significado, haciendo que el niño lleve el texto que más le haya impresionado y lo lea delante de todos sus compañeros en clase. ¿No estaremos con ello valorando la lectura abierta, libre y espontánea que el niño realice?

Porque la lectura la practican y la recrean muchas veces los padres con sus hijos y es bueno que aquello se incentive.

De allí que la lectura debiera tener las características de una actividad voluntaria, espontánea, amical e íntima, siempre y ojalá que alentada así, desde las aulas.

Hay que desescolarizar la lectura; pero ésta debe ser una actividad gestada desde y en la misma escuela.

En ella debe propiciarse el triunfo del libro libremente elegido en vez del libro impuesto y obligatorio.

Y dar pase a la lectura voluntaria, no la coercitiva que casi siempre resulta siendo la de los textos escolares o las separatas de los cursos, identificados como enemigos de lo que es el disfrute, el sentido para la vida y la libertad.


3. Actividad

voluntaria


Y, sobre todo, la dicha de vivir que debemos alentarla y practicarla también desde el centro educativo, evitando tomar partido por la lectura obligatoria que siempre entra en contradicción con la lectura por la alegría de ser quienes somos, abierta, viva y feliz.

Porque con la lectura el lector elabora su propio camino, traza su peculiar sendero, como urde su propio destino; su programa, código y metodología de percepción y aprehensión de la realidad. ¿Cómo entonces ha de ser ajena, impuesta y dictaminada desde afuera?

Ejerciendo así su pleno derecho de leer, su total derecho a elegir, en un acto que debe ser apenas dirigido. Con la lectura vamos tejiendo brizna por brizna un nido, el mismo que ya lo traíamos configurado dentro de nuestro ser, ya aprendido y que lo elaboramos por impulso y por instinto, y así resulta un nido propio en el cual sueño y proyecto mi progenie. Con la radio y la TV ello no es posible.

Leyendo con gozo y fruición. Descartando la vergüenza y el recelo con que todavía se mira al placer, porque ha habido o hay inhibición y un estado de culpa en relación al deleite y hasta a la felicidad.


4. Actitudes

antes que fórmulas


En la lectura, como en la educación en general, cometemos un error similar al que incurrimos en otros aspectos de la vida, cual es el de buscar fórmulas, claves o técnicas que nos expliquen y resuelvan todos los asuntos y problemas y reduzcan este ámbito a un esquema.

Y que ellas sean las que a nosotros nos liberen del trabajo de estar buscando la explicación, la práctica y el sentido –generalmente variado, vasto y profundo– que tienen los hechos fundamentales de la vida, como es la lectura.

Aquella es una manía, un vicio y hasta una deformación mental en la cual hemos caído por el influjo y dominio que ejercen en el mundo contemporáneo las técnicas que nos dan fórmulas y con ello artefactos aparentemente fascinantes y que creemos portentosos.

Todo esto ocurre así y es lamentable que la escuela se haya contagiado de esta tendencia donde pretendemos que la educación sea una máquina, pasada por la cual a los niños los recibamos, al otro lado, opuesto a aquel por donde ingresaron, como sujetos ya formados, con los conocimientos que nos permitan darlos como productos idóneos y ya acabados.


5. Contenido

transversal


Idéntica y parecida actitud se suscita y hasta se blande en torno al Plan Lector. La pregunta que se indaga es: ¿Cuál es la regla, la instrucción y la forma de hacerlo?

Más que fórmulas hay consideraciones importantes a tener en cuenta en un Plan Lector que se formule desde la escuela o la institución educativa llana y pareja, no desde el estamento administrativo ni desde la burocracia del sistema. Y una de ellas es la actitud que principalmente el profesor debe desarrollar con los niños y jóvenes a fin de motivar e incentivar a leer.

En el desarrollo de los programas de estudio, y más precisamente en el diseño curricular, se consideran algunos contenidos transversales, como son: el trabajo, ciudadanía, educación y democracia, educación y salud, educación y cuidado del medio ambiente.

Se los denomina así porque abarcan a la totalidad de los niveles y grados educativos. Y porque si se hace un corte transversal del sistema a todos implica desarrollar dichos contenidos, como cabe suponer ya que todo grado y nivel debe tener un sustento de lectura en el proceso de su desarrollo.


6. Animar

y estimular


Entre estos contenidos cabría que se tome en cuenta también a la lectura librándolo de la coerción de lo pedagógico y normativo. Y haya una libertad del docente por hacer de ella una práctica vuelta a la vida y en donde se refleje el rostro humano; muy raro y extraño de reconocer ya en la educación hoy en día. Como tal cabe que la lectura no esté confinada a ningún curso en particular ni exclusividad, sino que está vinculada a todos los cursos y sea su práctica base, eje y sustento ineludible de ser alentada por todo profesor.

Pero mucho mejor sería si lográramos extraerla de todo el engranaje que caracteriza a las diversas asignaturas, que son disciplinas reguladas y cuyas actividades están bajo un control de rendimiento y evaluación, sin subordinarla a categorías de control sino a experiencias que no restrinjan sino animen y estimulen a seguir avanzando en esos propósitos. Someter a la lectura a estos procesos sería renunciar a sus principales valores cuales son la libertad y la creatividad. Pero es más, la lectura no solo debiera ser un contenido transversal sino también longitudinal a todo el sistema educativo, abarcando la totalidad de la vida de una persona, y proyectándola más allá de la estructura formal del sistema educativo.


7. Para

vivir bien


Reconocerla así es situarla como una actividad que involucra y compromete a todos los estamentos del sistema, es oficializar el cultivo de hábitos lectores desde la escuela y dirigida hacia los niños como una corriente similar y paralela al desarrollo del currículo o del programa de estudios. Todos sabemos –maestros, comunidad, autoridades educativas– que la lectura es el medio para conocer, pensar y vivir bien. Es tan importante que no podemos dejarla en manos de los profesores de una asignatura sino comprometer a la totalidad y al conjunto, pues la lectura define lo que es un profesor, ya que todo profesor es profesor de lectura.

Porque leer es inherente al ser del hombre quien trata de encontrar el significado a los elementos de la realidad, significado a su presencia en el mundo y la vida, a la existencia que han dejado registradas muchas otras personas que ya han afrontado los retos que cada uno de nosotros hemos de afrontar, y todo eso está depositado y es el sentido de la lectura, la razón y justificación que ella tiene para la vida. De allí que no se enseña sino que se enamora uno de ella; no entra primero a su cuerpo y después la ama, sino que la ama y después tendrá sentido su cuerpo.




Danilo Sánchez Lihón
Santiago de Chuco - Perú
Escritor, Profesor Universitario
Especialista en Literatura y Comunicaciones
Cuenta con más de una docena de libros para niños, niñas y adolescentes.

miércoles, 16 de abril de 2014

Un secreto...Semana dedicada a la Literatura Infantil y Juvenil, especialista invitado Danilo Sánchez Lihón. Segundo Secreto.

¿QUIÉNES

SON LOS ESCRITORES

PARA NIÑOS?


Danilo Sánchez Lihón



1. ¿Qué

sería...?


¿Qué sería niños si no hubiera poesía ni cuentos? ¿Qué sería si no pudiéramos recrear el mundo hacia otra dimensión con la capacidad de imaginar y fantasear y así crear mundos nuevos? En gran medida el universo se detendría.

¿Que nos perdiéramos la magia de que de un sombrero de paja aparece una caja, que de la caja de pino nazca un pepino, que el pepino madure y de allí salte periquito el bandolero y hasta ahora no sepamos dónde está y no se le encuentre?

¿De qué así como nace la vida de los cuerpos no pudiera nacer también de la imaginación? De allí que se diga que:

Un escritor pescó un cuento

entre las redes de un libro;

es el sonido del viento,

un reflejo en la pared,

son las hadas que despiertan

para el que las quiera ver.

Un escritor pescó un cuento

¿quieres tener ese pez?

El mundo, niños, sería gris, sin esos peces fantásticos y sin esas quimeras. Sin poesías ni cuentos el mundo se opacaría. No habría magia ni encanto ni ilusión. No habría ganas de vivir.


2. Nos prodigan

fantasía


Sin seres que protegen ni seres por redimir el mundo no valdría la pena. Sin niñas preciosas por liberar, ni paladines invencibles, ni semidioses confusos pero buenos. Sin poesías ni cuentos no habría golpes en las puertas que nos despierten a medianoche asustados, ni músicas sublimes que se escuchan a lo lejos en castillos encantados y al fondo de los lagos.

¿Qué sería, niños, si no hubiera duendes, fantasmas, ni endriagos? Ni gnomos en los puentes, ni cuervos en los tejados? Es más: sin brujas que aleteen en el aire, ni endriagos, ni seres que odian y otros que se mueren de pena sublime? ¡El mundo moriría de aburrimiento y de apatía!, ¿no les parece?

Ahora bien: ¿quiénes plasmaron todo ello? ¿Quiénes lo atraparon en las palabras para que nosotros los conozcamos, y los tratemos directamente? ¿Quiénes aguzaron sus ojos y tendieron su mente, sus sueños y hasta sus manos, para traerlos hasta donde los pudiéramos ver nosotros? ¡Son los escritores para niños! Ellos lo han hecho posible y evidente; en realidad, lo han puesto delante de nuestros ojos y hasta lo han dejado en nuestras propias manos, o en nuestros brazos a través de los libros.


3. Avivan

el heroísmo


¿Recuerdas a Oshta, el duende que descendió por una laguna encantada y apareció después sobre la tierra y todo había cambiado porque habían transcurrido cientos de años sin que él envejeciera?

¿Recuerdas a un bagrecico que visitó el mar en una gran travesía y regresó ya viejo a contarles a los nietos cómo era el océano y las mil aventuras que le acontecieron en el viaje?

¿Recuerdas a una niña que no tenía cómo ganarse la vida y llevaba a vender en el parque avecillas de lata, pero antes de darlas a sus clientes les soplaba bajo las alas y las avecillas cobraban vida?

¿Recuerdan a un espantapájaros que imaginaron malo para que ahuyente a los pájaros pero su corazón nació bueno y –todo lo contrario– crio dentro de sus harapos a una avecilla que encontró desvalida, y el patrón malvado, al descubrir que él no era malo, como a él le convenía que fuera, lo arrojó  al barranco, pero luego todas las aves lo llevaron, sujetándole con sus picos, al paraíso de los pájaros? 

¿Recuerdas y recuerdan tantos poemas y tantos cuentos hermosos donde se exalta el heroísmo ?


4. Es mundo

de esperanza


¡Qué sería de la vida sin poesía, niños! ¡Sin encanto y sin cometas en el cielo de nuestro espíritu! 

¡Qué sería sin tantos seres queridos y ejemplares habitando el mundo de adentro, ese al que entramos cuando nos sentamos solitarios en la escalera del patio con un libro en las manos!

O cuando contemplamos –en ese telón sin fondo que es nuestra mente, en donde dibujamos caminos, estrellas, paraísos perdidos o por descubrir– ¡castillos asombrosos y amadas insospechadas! Allí donde nos enamoramos tanto más cuando la realidad afuera se vuelve dura y arisca. Y donde encontramos una amiga entrañable, total, siempre inolvidable, llamada: ¡esperanza!

¡Qué sería si no hubiera mitos, fábulas, sortilegios! Si no hubiera encanto: ¡sea un detalle que nos hace pródigos, que voltea el mundo por el lado inverso! Creo que si no hubiera todo eso, la vida no merecería ser vivida. Si no hubiese altruismo. Si no hubiera renuncia, si no hubiera candor, niños.

Creo que por eso estamos vivos y aquí. De lo contrario, el mundo ya hubiera sucumbido; ya hubiéramos cerrado nuestra puerta y nos hubiéramos marchado. Sin esperanza, ¿qué puede existir? ¡Y ése es el reino de la literatura infantil, niños!


5. Abrirles

las puertas


Todo esto que he dicho, los autores lo hacen cada hora y cada minuto de sus vidas. De ellos debemos estar más pendientes, conociéndolos, esperándolos más en nuestras vidas, en nuestras escuelas, debiendo reclamar más por ellos.

Llamarlos y abrirles las puertas de nuestros colegios, en nuestros clubes sociales; o convocándolos con la lectura de sus libros en nuestras casas, teniéndolos como amigos, sea como personas reales o concretas, o encontrándonos con ellos en las páginas de las obras que han escrito.

Allí están, con muchos mundos y otros mundos dentro, haciéndolos y deshaciéndolos, configurándolos y desconfigurándolos; todo para que nosotros, niños, podamos deambular plácidamente por ellos.

Les cuento que a veces se sienten tristes y abatidos de estar tan solos. ¿Quién no? Y eso pese a que son muy valerosos, pues no les asustan las brujas ni los hechiceros, los ladrones ni los malvados; ¡pues al contrario: ellos los conocen hasta sus últimos pliegues!

Les entristece, sin embargo, el no encontrarse más frecuentemente con ustedes, sea en persona o en las páginas de los libros que han escrito. ¿Cómo podemos solucionar definitivamente este problema? ¿Por qué no tratamos de acercarnos más a ellos? ¿Por qué no nos hacemos más sus amigos?


6. ¿Quiénes

son?


Los escritores son los que llaman a las cosas con las palabras verdaderas. Son los magos mayores, supremos, encantadores, son domadores de serpientes, creadores de universos, de aldeas globales, son ¡hechiceros de lo bueno y de lo hermoso!

Son los artistas los constructores celestes, los arquitectos de mundos ideales, los taumaturgos de los sentimientos, de las emociones, de las corazonadas, de las profecías.

¡Y nos hemos olvidado tanto de ellos! Los hemos dejado tan solos en el camino. 

Reencontrémonos, para hacer del Perú una patria grande y hermosa, porque en los cuentos y en las poesías hay coraje, tesoros ocultos y poderes misteriosos.

Y llenemos de escritores nuestras escuelas, hagámoslos entrar en nuestros salones, pupitres y espacios de recreo, a través de sus libros. Estrechemos más nuestras vidas tanto tiempo separadas, solitarias, caminando a solas y ¡a ciegas!


7. Entre autor

y lector


Identifiquemos a autor y lector como seres que se quieren, que están consagrados el uno al otro, que han nacido para ser amigos, que están llamados a hacer juntos el bien y a poner belleza en el mundo. Que ambos son, en la esencia y en la grandeza de esta realidad y de este concepto: ¡niños!

Porque el artista, en el fondo y en su espíritu es un niño que tiene la capacidad de asombrarse, que convierte a una mariposa en un hada, al sol en un guerrero indomable, a la piedra en un gigante dormido.

¿Qué nos falta? Conocernos más y caminar más unidos. Quizá a nosotros los escritores: tener más confianza y jugar con ustedes, saltar la cuerda juntos.

Y a los escritores de literatura infantil quisiera decirles que hagamos de ella una militancia y una fe.

Que sobre nuestros hombros recae la responsabilidad de responder con sapiencia y coraje a la exigencia de esta hora. Que debemos dejar lo fácil, lo cómodo, lo rentable y acometer una obra trascendente.

Que mil montañas contemplan y están pendientes de lo que hagamos en esta hora suprema.



Danilo Sánchez Lihón
Santiago de Chuco - Perú
Escritor, Profesor Universitario
Especialista en Literatura y Comunicaciones
Cuenta con más de una docena de libros para niños, niñas y adolescentes.