miércoles, 25 de marzo de 2015

Abrazada en la inmensidad del cielo.

Por: Omira Bellizzio 


Nací entre dos hombres maravillosos, cada uno con su personalidad, mi hermano mayor tiene el mar en sus ojos, pero el menor tiene la inmensidad del cielo. Así abrazada entre el verde azul del mar y el cielo, crecí, atesorada por el amor en tierra fértil que cultivaron en nosotros nuestros padres.

Hildebrando, cumple 40 años. A mi hermano menor, me unen muchísimas anécdotas. Por ser el menor, estuve a su lado en cada paso que daba, en cada travesura, en cada locura y ocurrencia. Su chispa, alegría y bondad son naturales en él.
El nene, un día se me acercó y me dijo muy decidido, _por favor no me llames ¨nene¨ y dile a mi papá que no lo haga tampoco, yo no soy un nene, tengo 7 años. Desde ese entonces no lo llamamos así en público. Pero es que al nene, también lo llamábamos catire, por su cabello rubio, como el oro, con unos rulos sueltos, su tez blanca y sus ojos azules, lo hacían el niño más querendón de mis amigas y ellas lo mimaban y él se dejaba mimar. Como no decirlo, a él le encantaba que lo mimaran. Al tiempo el nene y el catire, fueron sustituidos por Hildito, como lo sigo llamando.

Recuerdo a Hildito como el vigilante, estaba a mi acecho, para saber qué hacía, cómo lo hacía o qué dejaba de hacer. Le chismeaba a mi mamá o a mi papá  cuando me daba ese impulso de escribir mis poemas en los libros,  tenía esa manía a los 9 años. Obviamente que luego de eso no lo hice más.

Juntos en nuestra infancia creamos nuestro primer periódico, hacíamos obras de teatro aprovechándonos de las cortinas del balcón, grandes musicales, que la abuela María; Anita o Estilita observaban. Cuando enseñaba a bailar salsa y merengue a nuestro hermano mayor, se quedaba esperando su turno. A Hildito le encantaba pintar, pasaba horas dibujando libros para colorear. Nos gustaba ir al cine y ver películas en VHS y cuando se iba a jugar patineta con sus amigos a la calle, muchas veces se lo ocultaba a mis papás para que no lo regañaran.

Cuando de la tarea se trataba, llegaba a mi habitación, no a pedir ayuda, sino pidiendo que se la hiciera. Un día no aguante más, pero ese modo-tarea duró poco.  Era tan zalamero que volvía a reincidir, eso sí que se quedara a mi lado y entendiera, o que lo escribiera con su letra. Si por  el contrario el trabajo era a máquina, yo lo hacía, considerando que la máquina era mía, y no me gustaba que ¨nadie¨ la tocara.

Ya en la Universidad no le quedó otra opción de hacer lo suyo, y obviamente así debía ser,  pues  yo de colores, oleos, guache, trazos, Picasso, Basquiat, Monet, Dalí, no tenía la menor idea, salvo lo visto en el colegio y mi visita a los museos. Pero mi hermano Hildito llegó a lo suyo, se descubrió y sigue inmerso en su pasión. Él es licenciado en Artes Plásticas,  egresado del Instituto Universitario Armando Reverón, de Caracas. En ese universo de contrastes, luminoso y bohemio, con los mejores artistas contemporáneos del país como profesores, vivió los momentos más importantes de su vida, se formó como un creador, y hoy por hoy ama intensamente su trabajo.  

Creer que me escapé de su mundo, es falso,  después de graduado se va a vivir al extranjero e  Hildito, conocido en el ámbito artístico como ¨H¨, vuelve a pedirme un favorcito para nuestra colección.  Tuve que hacer el montaje de un par de sus obras. En una ocasión,  derretí patinetas de las que meten en las piñatas y  luego  pegarlas en una pared,  siguiendo unos estrictos lineamientos. Alrededor de 100 de ellas pegué con silicón, eso fue cuando participó en el salón Arturo Michelena en Valencia. 

Luego, con una panza de 7 meses y medio, instalé un lienzo rectangular de aproximadamente 2 metros de largo por 50 cm de alto y sostenerlos en la pared por 300 clavitos de acero  o más, para la FIA de Caracas. Los  artistas de la sala que andaban en las mismas, me miraban, se acercaban y me decían si necesitaba ayuda, pero volvía la voz de mi hermanito a mi mente,  que decía: _tienes que hacerlo tú, nadie más puede hacerlo. Fue uno de los trabajos más minuciosos que he realizado en mi vida, el espacio entre un clavo y otro clavo era mi dedo.  Lo bueno de todo fue que no me machuqué ninguno.

Hildito y yo crecimos con una complicidad que hasta hoy mantenemos. Si quieren saber mis secretos, él los conoce todos, su corazón guarda las páginas de mi vida. Cuando me casé y me fui a vivir a Valencia y viajaba a Caracas a visitar a mis padres y  a él, que aún era un estudiante universitario, muy serio me reclamaba, mi locura al manejar sola por la autopista regional del centro. Y cuando tenía que devolverme, él se montaba en mi carro y yo le decía, _dónde quieres que te deje?. _Déjame en el terminal de Valencia, te voy acompañar, para que no viajes sola. Ya en Valencia, lo dejaba en el terminal y él tomaba un autobús de vuelta a Caracas.

Mi hermano, lo veo poco, porque vive en Estados Unidos, me cumplió el sueño de ir a ver a Madonna, comprándome las entradas para el concierto, me acompañó a una exposición de Frida Kahlo guiado por él, en la ciudad de San Francisco. Mi hermano es el que no me deja dormir cuando voy a visitarlo, porque hablamos hasta que se nos cierran los ojos.  Mi hermano, es quien le dice a Sonia, su esposa, Omira va ver películas con nosotros en la cama y él en el medio de nosotras dos. 

Mi hermano, no le molestan mis gritos, ni que sea ruidosa y llorona. Recién casada me llamaba por teléfono diciéndome que extrañaba mis gritos cuando veía una película, que el apartamento donde crecimos no era igual sin un grito mío perdido, porque se me había caído un lápiz, se me rompía una uña o porque no tenía a nadie a quien asustar. Mi hermano es el que casi me rompe la columna cuando una vez fui a visitarlo de sorpresa y su abrazo fue tan fuerte que me sonaron todos los huesitos.

Mi hermano el que hoy cumple años, es una persona sensible y generosa, son de esas personas buena gente, cristalinas y respetuosas. A quien pueda ayudar, ayuda desinteresadamente, por eso será que tiene tan buenos amigos.  En ocasiones he conocido a algunos de sus compañeros de Universidad y al decir su nombre, me hablan de él como una gran persona. Como no derretirme.


Nuestro amor es eterno, en otra vida si las hay, quiero que vuelva a ser mi hermano menor, ese mismo, con el que vuelvo a ser niña y el niño cada vez que nos reencontramos. Y sorprendernos de nosotros mismos, como fue la penúltima vez que nos vimos y tuvimos que entrar a un ascensor y al cruzar nuestras miradas, nos reímos sin parar y sin importarnos quienes nos acompañaban. Esa magia que aún no perdemos fue gracias a los buenos momentos que vivimos juntos en el mejor hogar del mundo. Te amo Hildito. Feliz cumpleaños!

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