Por: Gabriela Alfonzo
Y todos recogían sobreros como locos,.. pero el señor que se encontraba un poco más retirado donde sucedía todo esto, se veía un poco apurado con su maletín en la mano, su cara demostraba tanta preocupación, que el hombre pudiera estar retrasado para la entrega de un trabajo de urgencia o estresado con el ruido del tráfico a su alrededor. A este señor se le cayó su sombrero por el viento que producía su velocidad, detuvo su caminata para ver dónde había caído su sombrero, pero de repente escuchó un terrible sonido que provenía del cielo, al desviar su mirada y ver hacia el oscuro cielo, una lluvia de sombreros había invadido la Avenida 63. Al ver caer tantos sombreros se acordó del suyo, pero la calle ya estaba repleta de sombreros, éste intentó buscarlo pero, seguía, seguía y seguía lloviendo sombreros de todos lo colores, tamaños y modelos. El hombre se veía más preocupado que antes, estaba a punto de tirarse a llorar, cada vez se le hacía más tarde para llegar al trabajo y seguía sin encontrar su sombrero.
Y todos recogían sobreros como locos,.. pero el señor que se encontraba un poco más retirado donde sucedía todo esto, se veía un poco apurado con su maletín en la mano, su cara demostraba tanta preocupación, que el hombre pudiera estar retrasado para la entrega de un trabajo de urgencia o estresado con el ruido del tráfico a su alrededor. A este señor se le cayó su sombrero por el viento que producía su velocidad, detuvo su caminata para ver dónde había caído su sombrero, pero de repente escuchó un terrible sonido que provenía del cielo, al desviar su mirada y ver hacia el oscuro cielo, una lluvia de sombreros había invadido la Avenida 63. Al ver caer tantos sombreros se acordó del suyo, pero la calle ya estaba repleta de sombreros, éste intentó buscarlo pero, seguía, seguía y seguía lloviendo sombreros de todos lo colores, tamaños y modelos. El hombre se veía más preocupado que antes, estaba a punto de tirarse a llorar, cada vez se le hacía más tarde para llegar al trabajo y seguía sin encontrar su sombrero.
De repente, nuevamente, un largo sonido ensordecedor hizo que éste pobre hombre dejara a un lado su preocupación y volteara a ver que sucedía; era el conductor de una gran camioneta roja que le gritaba de manera despiadada. Juan no entendía por que le tocaban corneta, miró a su alrededor y se encontraba en medio de la Avenida parado, miró hacia el cielo y todo parecía estar normal como todos los días, el sol quizás más radiante. Juan, se sorprendió mucho, no comprendía nada, él estaba seguro que del cielo llovían sombreros...Pidió disculpa por haber molestado y siguió su rumbo apurado, por la Avenida 63 con su sombrero y maletín en la mano.
* Ejercicio Literario del texto Cuentos para Jugar de Gianni Rodari, “Cuando en Milán llovieron sobreros”. Cuarto Final de Gabriela Alfonzo.
* Ejercicio Literario del texto Cuentos para Jugar de Gianni Rodari, “Cuando en Milán llovieron sobreros”. Cuarto Final de Gabriela Alfonzo.
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